sábado, 3 de marzo de 2012

CONSTITUCIÓN VULNERABLE, FAMILIA VULNERABLE.

Este miércoles 29 de febrero de 2012, El Salvador vivió un acontecimiento histórico. La Asamblea Legislativa tenía la oportunidad de “blindar” el matrimonio entre un hombre y una mujer así nacidos, a través de la ratificación de la modificación constitucional de los Artículos 32, 33 y 34 de nuestra Constitución, que hablan del matrimonio pero sin especificar entre quiénes.
¿Por qué el matrimonio es tan importante, principalmente, entre un hombre y una mujer? ¿Por qué no dejar el concepto de matrimonio tal como aparece en la Constitución?
Decían los del FMLN que no era necesario especificarlo, pues ya está especificado en el Código de Familia. Ahora bien, uno se pregunta: ¿por qué aplicaron la disciplina férrea en sus diputados como que si fuera una causa por la cual valía la pena estar unidos entre ellos? Si no era necesario ratificar el contenido de la palabra matrimonio y referirlo al concepto de la unión legal de un hombre y una mujer así nacidos, ¿por qué era necesaria la disciplina férrea para dejarlo tal cual está ese concepto en la Constitución actual de la República de El Salvador? ¿Con quién tienen un compromiso tan serio los Diputados del FMLN como para no redefinir el concepto de matrimonio en El Salvador en vista de que otros países del mundo que influyen en nuestro comportamiento y manipulan nuestra jerarquía de valores no han tenido reparos para redefinirlo?
Y la redefinición que empezó en Holanda se orientó a definir el matrimonio como la unión de dos personas, sólo que el contenido de personas que se unen en matrimonio se llenó con un abanico de combinaciones de conceptos como para llenar los caprichos, perdón, quise decir, para satisfacer los “derechos humanos”: un hombre con un hombre, una mujer con una mujer, etc. Digo etcétera porque falta poco para que la combinación sea entre un hombre y una niña, un hombre y un niño, una mujer y un niño, una mujer y una niña, etc.
El trabajo que han hecho los que promueven el matrimonio entre personas del mismo sexo, que llamaremos matrimonio gay, en Holanda, Estados Unidos (en algunos Estados) y otros países, ha sido perseverante, persistente, bien financiado. Los que sostenemos el concepto que hemos puesto en práctica, como es el matrimonio de un hombre y una mujer, tenemos que aprender de ellos. Lo que se consideró una cosa sabida y aceptada como normal durante los más de 2,000 años de era Cristiana, ahora está bajo la amenaza de las ideas y acciones de quienes nos pueden llevar a una situación desastrosa para la humanidad. Lo normal será necesario defenderlo, de ahora en adelante. ¿Cuál es la situación desastrosa para la humanidad y, en concreto, para El Salvador?
Lo diremos con pocas palabras. Para que haya nuevos ciudadanos, será necesario que se constituyan nuevas familias fundadas en el matrimonio y que estas familias tengan hijos e hijas a fin de que se renueve la población. La población de El Salvador ha sido calificada como “sobrepoblación” desde los años 50, y por ello, el financiamiento al Estado salvadoreño se ha condicionado a controlar los nacimientos artificialmente, con todo tipo de métodos que afectan lo natural. ¿Y saben qué? Casi van logrando que el crecimiento de la población salvadoreña se detenga y no sólo eso, sino que vaya en franco decrecimiento. Para el 2050 seremos una población vieja, es decir, habrá más viejos que jóvenes. Cada año pasamos de 2 hijos por mujer, a 1.9 hijos por mujer, 1.8 hijos por mujer y así sucesivamente. Una de las consecuencias que traerá esto será que la carga de las pensiones para los más jóvenes será cada vez más pesada, hasta llegar a un punto en que nuestros hijos se planteen reducir la población de viejos porque será oneroso sostener las pensiones. Como en nuestra generación se dieron muchos métodos para controlar los nacimientos, nuestros hijos inventarán nuevos métodos artificiales para deshacerse de los viejos. Serán sólo formas de eutanasia.
En este escenario, las familias fundadas en el matrimonio entre un hombre y una mujer, será una realidad que habrá que fomentar para que teniendo hijos e hijas en forma natural, nuestra población se renueve, pues está claro que todos vamos a morir algún día y si hay nuevos nacimientos la población salvadoreña se podrá renovar. A esta renovación no colaboran en nada los matrimonios gay, que son estériles por naturaleza. Este matrimonio gay tendrá que adoptar un hijo o hija para dejar un legado. Y ese será un problema porque atenta contra el principio del interés superior del niño que está insertado en las leyes de la República. Nuestra Carta Magna está en una situación vulnerable respecto a ideas tan extrañas a nuestra idiosincrasia y costumbres, ideas que pueden ir corrompiendo aún más lo más preciado que tenemos: la familia fundada en el matrimonio.
Frank Morán,

Santa Tecla, sábado, 3 de marzo de 2012.