lunes, 30 de enero de 2012

Doctrina Social de la Iglesia para El Salvador

Muchos han enarbolado la bandera de la Doctrina Social de la Iglesia como meta para aplicarla en El Salvador, desde el punto de vista político. Recordemos a José Napoleón Duarte y su Partido Demócrata Cristiano. Como corriente política no tuvo tanta suerte como la tuviera la Democrazia Cristiana en Italia, donde hasta el Papa pedía a los católicos votar por ella desde que se fundó en 1948. Y desde que se fundó gobernó Italia hasta su reciente desaparición, que casi coincide con la caída del Muro de Berlín en 1989. Si no ganaba la alternativa en Italia era el Partido Comunista, que era el más grande del Occidente del mundo, aunque con estilo latino, pero siempre obediente a las órdenes de Moscú.
Este era el panorama en Italia que, extrapolado al resto del mundo, describía su Santidad Juan Pablo II en su Encíclica “Sollicitudo Rei Socialis”, en el vigésimo aniversario de la “Populorum Progressio” de Pablo VI. El mundo dividido en dos bloques ideológicos irreconciliables.
¿Qué tiene que ver la Doctrina Social de la Iglesia con la situación de El Salvador? ¿Por qué aplicar la Doctrina Social de la Iglesia en El Salvador? ¿Puede ayudar a mejorar la situación de El Salvador la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Vale la pena estudiarla para aplicarla?
La esencia de la Doctrina Social de la Iglesia la dice de sí misma que no es una Tercera Vía entre el Capitalismo Liberal y el Colectivismo Marxista. Sólo se trata de una reflexión sobre las realidades que impactan la vida del hombre a la luz del Evangelio. La Iglesia Católica incluye el tema en la Moral, o sea que es pura Teología, no es ninguna doctrina económica, aunque hable de Economía, pero respetando su autonomía.
Y que está relacionado con la Moral es una realidad, porque para que las grandes masas de personas sumidas en la miseria y en la pobreza logren un nivel más humano de vida, se requiere la participación de todos los seres humanos, en especial de quienes dirigen los destinos de las naciones y quienes ostentan el poder económico y político, tanto cristianos como hombres de buena fe. No podemos usar la violencia, condenada una y mil veces en la Sollicitudo Rei Socialis tanto como en la Centesimus Annus. Esta especial responsabilidad de los hombres que lideran las naciones, no exime a todos los que de alguna manera no ocupamos ningún puesto de poder ni político ni económico, pero pertenecemos a una misma sociedad de los hombres y mujeres salvadoreños, además de tener las convicciones cristianas bien arraigadas.
Difícilmente podemos obligar a las personas a realizar lo que no quieren. No vamos a enarbolar la bandera de la lucha de clases, que es una fácil tentación para quien ha sufrido mucho, ya sea el olvido de otros a la salida de situaciones de opresión económico o social, ya sea el cierre de oportunidades para participar en la configuración política de la nación.
Es necesario hacer un diagnóstico como inicio del proceso de aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia en El Salvador. Profundizaremos en estos temas de un modo práctico. No tengo la panacea de la solución a los problemas, pero debemos intentar solucionar los problemas tomando en cuenta el sentido trascendente del ser humano.