Es bueno aumentar el salario mínimo, lo malo es que no sea a través de un acuerdo de los trabajadores y la empresa privada, tolerando la influencia del gobierno, y que variables económicas clave, sean parte de un conflicto que nada tiene que ver con la buena marcha de la economía. Los salvadoreños deberíamos tener claro que cuando las decisiones económicas se basan en prejuicios, los costos son muy elevados para toda la sociedad. Más aún, para todos aquellos que se pretende beneficiar con un mayor salario mínimo. En primer lugar, El Salvador tiene el Salario Mínimo más alto que Brasil, Colombia o México. En cambio, Dinamarca, Italia, Chipre, Austria, Finlandia y Suecia no tienen salario mínimo.Presidente de ANEP acusa al gobierno de sacar “raja política” con nuevo salario https://t.co/wAfI1ehJe1 pic.twitter.com/g5auAhHfbE— Diario Latino (@DiarioLatino) 4 de enero de 2017
¿Por qué hay una diferencia, por ejemplo, entre los $744 de Panamá, respecto a los $115 de Nicaragua o los $212 de Brasil?¿Son más sensibles los dirigentes de Panamá que los de Brasil o México (con $120)?¿O los sindicatos de Panamá ($744), Costa Rica ($512) o Argentina ($448) son más combativos que los de Nicaragua ($115) o Bolivia ($238)? Aunque haya dirigentes políticos sobresalientes que no lo sepan, los salarios no son algo que se pueda fijar por decreto. Si fuera tan simple, no habría político tan torpe como para no situar el salario mínimo en $2000.En Colombia se paga uno de los #SalarioMínimo más bajo de Latinoamérica.La exigencia de los sindicatos es justa, los empresarios deben ceder pic.twitter.com/RKa99ZogTU— Marcha Patriótica (@marchapatriota) 30 de diciembre de 2016
El nivel de salarios está determinado por la productividad media (cuánto produce en promedio cada trabajador). Como no es sostenible el pago de una remuneración que supere la productividad de un empleo, la determinación de un salario mínimo provocará desempleo en aquellos puestos cuya productividad sea inferior al mismo, aseguran desde IESE Business School. La razón por la cual los salarios de los distintos países latinoamericanos son tan diferentes, es que la productividad del trabajo es muy diferente entre unos y otros. Cualquiera que haya trabajado en una empresa privada sabe que la productividad no puede aumentar un 20% de un día para el otro. Es difícil, incluso, hacerlo a lo largo de varios años. Cuando se desconoce esa realidad y se intenta forzar un salario mayor del que soporta la economía se produce una combinación de los siguientes hechos:
los trabajadores que cobran el salario mínimo son despedidos,
suben los precios para compensar los mayores costos laborales o
se reduce la inversión por la caída de la rentabilidad.
Además, los trabajadores jóvenes sin experiencia tienen más difícil encontrar su primer empleo. Todas esas consecuencias son negativas para la actividad económica. Si se pretende subir el consumo en el país, el consumo de los hogares ha mejorado este año en El Salvador, las remesas familiares han crecido 6%, lo que sostiene a 1.3 millones de personas con sus familias. Comparto la conclusión de Diego Barceló, "Si de verdad queremos ayudar a los parados (desempleados) y contribuir a una economía sana, lo mejor que podríamos hacer es imitar el ejemplo de Dinamarca, Finlandia y Suecia y suprimir del salario mínimo. Eso quitaría la discusión salarial del ámbito político (protegiendo a la sociedad de las ocurrencias de turno) y la pondría en manos exclusivas de quienes realmente entienden de qué va el tema: empresarios y trabajadores."
Nota: las ideas de este artículo han sido tropicalizadas del trabajo de Diego Barceló, en tweet insertado.Lean a nuestro compañero Diego Barceló @diebarcelo - Subir el salario mínimo destruye empleo https://t.co/es4PZewKnU— Club de los Viernes (@clubdeviernes) 3 de enero de 2017
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